por: Luis Torres Vera, MD

Las alergias son reacciones del sistema inmunológico que tratando de protegernos se activan de manera exagerada causando en muchas ocasiones daños al organismo. Estos mecanismos de defensa son los que protegen la integridad del cuerpo y nos protegen de infecciones. Sin embargo, estos mismos mecanismos reaccionando exageradamente pueden causar daño severo e inclusive la muerte. Ejemplo de esto son Ias reacciones anafilácticas a medicamentos o un episodio severo de asma inducido por alergenos.

Las enfermedades alérgicas han ido aumentando marcadamente en prevalencia duplicando o triplicando en las últimas décadas. Son más prevalentes en países industrializados y de estilo de vida occidental. Recientemente Ia Organización Mundial de la Salud publicó unos estudios que muestran que uno de cada cuatro personas alrededor del mundo padece de alergia; convirtiéndose ésta en la enfermedad crónica que mas pacientes afecta. Su importancia radica también en el hecho de que afecta mayormente los niños, adolescentes y adultos jóvenes. Propiciando perdida de días escolares y de trabajo.

Los problemas alérgicos pueden manifestarse clínicamente como alergia nasal, asma bronquial, urticarias, reacciones a medicamentos o a alimentos y alergias a las picadas de insectos. Todas estas enfermedades tienen en común mecanismos inmunológicos que producen inflamación en diferentes partes del cuerpo.

La más conocida de las enfermedades es la alergia nasal o rinitis alérgica que se manifiesta con secreciones nasales, nariz tupida y estornudos con picor en la nariz, ojos y garganta. En Puerto Rico esta condición es perenne, o sea, que dura todo el tiempo, a diferencia de los Estados Unidos donde es por estaciones. Las causas también son diferentes siendo en los EU producida por pólenes (en especial la ambrosía) y en PR por ácaros, polvo y hongos. Puede comenzar desde la infancia y se incrementa en los niños y adolescentes, grupos donde afecta hasta en 30 a 40% de la población. Continúa en los adultos jóvenes y disminuye después de los 50 años.

 

En muchas ocasiones el paciente alérgico que padece de rinitis alérgica padece también de asma bronquial y estudios revelan que aproximadamente un 70% de los pacientes de rinitis tienen asma y un 95% de los pacientes de asma alérgica padecen de rinitis.

La importancia de la relación de estas dos enfermedades es que cuando se agrava la rinitis hay más tendencia a desarrollar síntomas de asma. Un paciente que padece de ambas condiciones se le hace muy difícil controlar el asma si no controla antes la rinitis. Muchos de los medicamentos usados para la rinitis pueden también mejorar el proceso asmático ya que patología básica en ambas condiciones es la inflamación produciendo ésta una serie de productos o mediadores químicos que inducen los síntomas. Así que medicamentos como antihistamínicos, productos esteroidales y los antileucotrienos brindan beneficios en ambas condiciones.

El principio básico de tratamiento comienza sin embargo con la prevención evitando la exposición a aquellas substancias o alergenos que inducen o precipitan los síntomas. Para esto es necesario un historial detallado de las condiciones, un buen examen físico y pruebas para identificar especialmente as causas de la condición. Si el problema es respiratorio se hacen principalmente pruebas de inhalantes como polvo, hongos ambientales, ácaros, pelo de animales y pólenes. Con esta información se comienza el tratamiento que consiste principalmente de tres fases: (a) prevención y control ambiental, (b) farmacoterapia (el uso de medicamentos), (c) de ser necesario la desensitización mediante el uso de vacunas.

En los casos donde es imposible evitar lo que causa los síntomas y los medicamentos no controlan los síntomas o su uso es requerido todo el tiempo la vacunación provee para que el paciente se inmunice y pueda exponerse a estos alergenos con poco o ningún síntoma. Las vacunas estimulan el sistema inmunológico a producir anticuerpos y estas defensas naturales duran varios años manteniéndose el paciente asintomático durante ese tiempo.

Si estos tratamientos se comienzan temprano en muchos casos se puede evitar el desarrollo de la mancha alérgica, o sea que el paciente pase de problemas cutáneos a alergia respiratoria y finalmente al asma bronquial.

La idea es no tener que tratar un paciente, sino evitar que se enferme.