por: Rafael H. Zaragoza Urdaz, MD
Puerto Rico posee un ambiente único en el mundo en la prevalencia y mantenimiento de las alergias. Si hoy día hablamos de Asma como sinónimo de Alergias es de suponer que aquí en el trópico sobre el 80% del Asma sea detonada por factores alergénicos.

Son varias las razones que hacen de la “Isla del Encanto” un lugar con una elevada taza de condiciones alérgicas: promediamos tanto la humedad relativa como las temperaturas altas y poseemos las condiciones óptimas para la reproducción de los ácaros o pulgas del polvo –en Puerto Rico existen de 7 a 9 especies de un total de 5 especies promedio en varios estados de los Estados Unidos- y los hongos ambientales que son alergenos que nos afectan todo el año en ambientes interiores. A esto se tendrían que añadir el embate casi contínuo y directo de las corrientes de los vientos alisios cargando éstos la bruma del desierto del norte de África y, por otro lado, las cenizas del volcán Soufrière en Montserrat, que tienen tanto particulado alergénico como irritantes no específicos causantes éstos de la disminución del umbral de tolerancia tanto a detonantes alergénicos como no-alergénicos (químicos y los compuestos volátiles orgánicos). Como si fuera poco, tenemos en la Isla el efecto del aumento en la construcción, la industrialización y la contaminación ambiental con una minimización de nuestras áreas verdes; además, el desarrollo de una economía basada primordialmente en ambientes interiores de oficinas, en edificios enfermos o con sistemas de ventilación pobremente mantenidos. No se puede dejar a un lado el efecto del calentamiento global con cambios en la temporadas de lluvia ni las perforaciones en la capa de ozono los cuales inducen y/o aceleran mutaciones o cambios en los determinantes proteicos de mucho pólenes de árboles, gramas y pastos haciéndolos mas alergénicos y nocivos. Finalmente, nuestra variabilidad genética como raza con sus polimorfismos en receptores de medicamentos nos ponen en riesgo de reacciones más severas.

 

Pero no todo es negativo y estamos a tiempo para inducir cambios favorables que modifiquen el desarrollo y la prevalencia de estas condiciones. Las áreas de intervención y concientización se encuentran en las medidas de educación y de control ambiental, además de la farmacoterapia (uso de medicamentos) y la inmunoterapia (uso de terapia neutralizante a través de vacunas de alergia). La educación a la comunidad es de suma importancia para la concientización e identificación de posibles fuentes de exposición a alergenos y a la contaminación ambiental. La implementación de medidas preventivas y protectivas a la exposición ambiental y ocupacional, como el uso de equipo protectivo y los filtros de alta eficiencia “HEPA”, son también de suma importancia. La implementación de medidas para bajar la carga alergénica, como el uso de fungicidas y acarocidas, y de medidas de barrera, como el uso de protectores de colchones y almohadas. Además, el establecer planes de acción con el uso de la farmacoterapia preventiva de mantenimiento y de rescate para cada condición alérgica con el uso apropiado de medicamentos controladores y los medicamentos de acción rápida de rescate para optimizar su eficacia minimizando los efectos secundarios.

Finalmente, el uso de la Inmunoterapia desensitizante -vacunas de alergia- en los pacientes moderados o severos que no estén controlados o que sean refractarios a la farmacoterapia, por ser éste el único tratamiento en las condiciones de Asma y de Alergias que modifica la condición y tiene un efecto persuasivo que se prolonga por mucho tiempo o permanentemente luego de terminado apropiadamente en dosis de mantenimiento mensual.

(Artículo publicado en la revista Buena Vida, Sección “Salud Preventiva: Alergias”, Mayo 2007, pág. 64