por: Rafael H. Zaragoza Urdaz, MD
El retorno a las escuelas siempre implica un insulto al organismo desde el aspecto de cambio en la homeostasis o balance ecológico que induce enfermedad. Tanto maestros como estudiantes se enfrentan a un ambiente cargado o viciado al que se le ha dado un mantenimiento mínimo o nulo por al menos dos meses durante el periodo de vacaciones. Periodo durante el cual el ambiente escolar es expuesto a altas temperaturas y humedad lo que aumenta la reproducción y concentraciones de hongos y ácaros (pulga del polvo). Además, aumentan las concentraciones de proteinas de insectos (cucarachas, hormigas y mosquitos), polvo de salón, el epitelio y excremento de roedores. También pueden acumularse pólenes y proteinas del ambiente externo de gramas, árboles, pastos y malezas.

También cabe señalar, que durante ese tiempo en Puerto Rico estamos más expuestos a la bruma del desierto del Sahara y a las partículas de las cenizas del volcán Soufriere en la Isla de Monserrate que son particulados irritativos que se acumulan y nos bajan el umbral de tolerancia contra otros alergenos.

Otros factores importantes son: que durante el tiempo de vacaciones es cuando en un porciento alto de nuestras escuelas se hacen cambios y mejoras de construcciones en cemento o madera, se pinta ó se remueve terreno; lo que aumenta nuestra exposición a compuestos volátiles orgánicos (formaldehído, etanol y fenol entre otros) a los que nos podemos sensibilizar directamente y estos podernos afectar como si fueran alergenos.

Al volver a la escuela también se crea un ambiente de hacinamiento relativo que conduce a la sobre-exposición de endotoxinas de viruses- y bacterias- que puedan traer maestros o estudiantes contaminados en épocas de alta incidencia y extiendan estas infecciones a la comunidad escolar lo que afecta el umbral de tolerancia a las alergias y viceversa, las alergias afectan el umbral de tolerancia a infecciones.

Las alergias pueden reflejarse mediante síntomas pulmonares (asma y bronquitis), nasales (rinitis y sinusitis), extra nasales en los ojos (conjuntivitis), los oídos (otitis) y la garganta (faringitis y laringitis). Además, pueden reflejarse con el contacto en piel (dermatitis y urticaria) y de manera interna como: migrañas, mareos, tinitus (zumbido en oídos), cambios de comportamiento, gastritis, reflujo, acidez, colitis, diarrea, estreñimiento, artritis, artralgias y mialgias.
Con estos factores en consideración para lograr un control de las alergias escolares es sumamente importante el desarrollar las siguientes estrategias preventivas:

Desarrollar un plan de limpieza preventiva en las aulas escolares que comience a mediados de julio por personal propiamente protegido con medidas de barrera y equipo protectivo como: “goggles” o espejuelos de seguridad, respiradores de alta eficiencia y uniformes de seguridad.
Utilizando aspiradoras con filtros de agua o alta eficiencia para evitar levantar particulado.
Utilizar limpiadores no irritativos como el vinagre blanco diluido en pisos y paredes.
Utilizar substancias como el ácido tánico al 3% para destruir y/o inactivar proteínas alergenicas y así bajar la carga total de alergenos.

 

Identificar las fuentes de exposición a los alergenos de temporada o estacionales como los pólenes de árboles (febrero a mayo), gramas (mayo a julio) y arbustos o malezas (julio a final de septiembre) para prevenir o bloquear la exposición a estos alergenos.
Identificar las fuentes de exposición a los alergenos perennes (esporas de hongos ambientales, polvo, ácaro; las proteínas de insectos como cucarachas, hormigas y mosquitos y el pelo y el epitelio de roedores y mascotas) para prevenir o bloquear la exposición a estos alergenos.
Identificar las fuentes de exposición a compuestos volátiles orgánicos como construcciones, tráfico, maquinaria de equipo pesado, fábricas, farmacéuticas, garajes, talleres de pintura, plantas de tratamiento, plantas de energía eléctrica, insecticidas y pesticidas; para prevenir, minimizar o bloquear la exposición a estos compuestos con el uso de medidas de barrera, uso de censores y filtros de carbón activado.
Establecer medidas de control ambiental para reducir la exposición a los alergenos. Se pueden utilizar, además, purificadores de aire y deshumidificadores que controlen la humedad relativa promedio manteniéndola alrededor de un 50% previniendo así la reproducción de hongos y de ácaros.
Establecer la sensibilidad específica de cada individuo a los alergenos mencionados a través de pruebas de piel (pruebas epicutáneas) que son el estándar de oro para diagnosticar alergias realizadas por alergistas especializados y certificados.
En individuos que este indicado y sean candidatos óptimos, comenzar un tratamiento de desensibilización mediante la inmunoterapia que es el uso de vacunas antialérgicas específicamente constituidas para cada individuo de acuerdo a la sensibilidad específica establecida para establecer tolerancia a los alergenos putativos. Este tratamiento debe empezarse idealmente al menos 6 semanas antes del comienzo escolar.
Usar farmacoterapia preventiva promoviendo el uso de antihistamínicos (orales y tópicos) por lo menos de una a dos semanas antes a la exposición anticipando las temporadas específicas.
Usar farmacoterapia preventiva promoviendo el uso de antiinflamatorios (orales y tópicos) por lo menos de una a dos semanas antes a la exposición anticipando las temporadas específicas.

En resumen, tenemos que estar concientes de que el ambiente escolar puede promover alergias que pueden ser detrimentales a nuestra salud y deben ser diagnosticadas y tratadas por especialistas certificados en el tratamiento de las alergias. Debemos tener un plan de acción apropiado para la prevención y el tratamiento de estas alergias y tener la accesibilidad al tratamiento de inmunoterapia (vacunas sublinguales o inyectables de alergias) que es el único tratamiento que va a la causa que existe y nos puede hacer tolerantes y que tiene un efecto positivo que persiste mucho después que el tratamiento de inmunoterapia ha finalizado.